‘Toro’ es el proyecto de la gigafactoría de Figueruelas, que aspira a generar miles de puestos de trabajo directos e indirectos

El pulso industrial de Aragón está a punto de acelerarse como nunca antes con la llegada del Proyecto Toro, la gigafactoría de baterías para vehículos eléctricos que Stellantis y CATL están construyendo en los municipios de Figueruelas y Pedrola.
Este proyecto ha sido declarado como un Proyecto de Interés General por el Gobierno de Aragón, lo que refleja la importancia estratégica para toda la región. Con una inversión que supera los 4.100 millones de euros, la gigafactoría aspira a convertir a Aragón en un referente europeo en la producción de baterías para coches eléctricos, un sector que crece a pasos agigantados en todo el mundo.
El lugar elegido para este macroproyecto es una extensión de casi 90 hectáreas dentro del polígono industrial Entrerríos, ya consolidado para actividades industriales. La construcción se divide en varias fases, empezando en estos momentos 2025 con los movimientos de tierra y, posteriormente, las cimentaciones. Esta primera etapa ha sido exenta de evaluación ambiental para no retrasar el inicio de los trabajos. Para 2028 está prevista la puesta en marcha de las primeras líneas de producción y, para 2030, la planta deberá alcanzar su plena capacidad operativa.
Uno de los aspectos que más destaca del Proyecto ‘Toro’ es su compromiso con la sostenibilidad energética. El abastecimiento eléctrico de la gigafactoría no se limitará a la red tradicional, sino que estará respaldado por una importante red de energías renovables. En la provincia de Zaragoza se desarrollarán catorce parques eólicos y cinco plantas solares fotovoltaicas capaces de generar hasta 1.000 megavatios de energía limpia. La empresa Forestalia se encargará de poner en marcha estas instalaciones, mientras que la filial energética de CATL, Contemporary Green Energy, gestionará el sistema de autoconsumo que garantizará que la fábrica opere con un alto nivel de autonomía energética.
Será este miércoles, 26 de noviembre, cuando se ponga, de manera simbólica, la primera piedra de la factoría en la trasera de las actuales instalaciones de Stellantis en Figueruelas.
Un impulso económico y social sin precedentes para el entorno metropolitano de Zaragoza: el «brutal» impacto en el empleo del proyecto
En términos económicos, las cifras son de un «gran impacto». Más allá de la inversión millonaria, la gigafactoría generará cerca de 3.000 empleos directos una vez en funcionamiento, sin contar los más de 6.000 empleos anuales que se crearán durante la fase de construcción. Además, el efecto arrastre sobre sectores auxiliares y servicios promete la creación de alrededor de 8.500 puestos de trabajo indirectos, algo que ocurre en otras industrias y ya actualmente con la planta de vehículos. En total, se calcula que el impacto económico acumulado superará los 8.000 millones de euros, un impulso sin precedentes para la economía aragonesa.
Pero esta transformación industrial también trae consigo cambios sociales que ya se empiezan a notar en Figueruelas, Pedrola y pueblos cercanos. La llegada de miles de trabajadores especializados hará crecer la población y, con ella, la demanda de vivienda, servicios públicos y equipamientos. El Gobierno de Aragón y los ayuntamientos implicados están elaborando planes para gestionar esta demanda, garantizando que haya suficientes viviendas y que servicios como colegios, centros de salud y transporte público puedan atender a esta nueva realidad.
Aunque la fase inicial se ha eximido de evaluación ambiental, el resto del proyecto tendrá que cumplir con estrictos controles para minimizar su impacto. El uso de energías renovables es un paso fundamental para reducir la huella de carbono, pero también se están diseñando medidas para gestionar residuos, controlar emisiones y hacer un uso responsable del agua y otros recursos naturales. Este compromiso busca equilibrar el desarrollo industrial con la conservación del entorno natural que rodea a Figueruelas y Pedrola.
Para los pueblos más próximos, el Proyecto ‘Toro‘ representa un cambio profundo. Se espera que la economía local se dinamice con la llegada de nuevos negocios, comercios y servicios relacionados con la gigafactoría. Sin embargo, también surgen desafíos como el aumento del tráfico y la necesidad de mejorar la movilidad. Las instituciones trabajan para que estas cuestiones no afecten negativamente la vida cotidiana y que el desarrollo se realice de manera ordenada y sostenible.
Entre 2025 y 2030 se verá cómo las obras avanzan, la producción comienza y, finalmente, la gigafactoría alcanza su máxima capacidad. Al final de ese horizonte será cuando hayamos visto un gran crecimiento poblacional en el entorno de esta nueva industria, si es que todo sale según el planteamiento previsto.