1986, cuando una huelga de TUZSA se convierte en un asunto de estado y los bomberos conducen autobuses

Disturbios, cargas policiales, detenidos, pérdidas millonarias…

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El año 1986 pasará a la historia de la movilidad de Zaragoza

 

36 años han pasado desde que un conflicto laboral pasó a ser un asunto de Estado. Nada comparable a lo que sucede en la actual huelga de los conductores de autobús urbano de Zaragoza.

Huelga de autobuses de 1986 en Zaragoza
Bus en la huelga de autobuses de 1986 en Zaragoza

Era el año 1986 y TUZSA era la concesionaria del transporte de la ciudad gracias a un convenio firmado cuatro años atrás. Las condiciones laborales eran de 1961, cuando a los conductores se les perseguía con ridículas sanciones y tenían sueldos muy bajos que hacían que la mayoría de trabajadores no llegaran a final de mes.

El convenio colectivo de los conductores se negociaba a espaldas de los trabajadores, lo que motivó una rebelión de los mismos, que optaron por formar un sindicato asambleario, consiguiendo que casi todos los vocales de la empresa dimitieran, convocando elecciones sindicales y logrando asumir la presidencia el Colectivo Unitario de Trabajadores (CUT). En ese momento fue cuando el CUT toma las riendas y los trabajadores intervienen en las decisiones e la empresa, entre ellas, la negociación del convenio, que no gustó al empresario principal de TUZSA.

Tras negarse la empresa a aplicar las mejoras que exigían los conductores, estos convocaron la primer huelga, que comenzó el 8 de junio de 1986, y duró apenas un mes, hasta el 8 de julio, gracias a la mediación del alcalde. Fue un auténtico baño de masas para la asamblea y trabajadores, algo que molestó a la patronal, que pocas semanas después comenzó a incumplir el convenio, a abrir expedientes laborales y a despedir a trabajadores.

Dos meses después comenzaría, con los incumplimientos, la segunda huelga, esta vez indefinida, en la que se decretaron unos servicios mínimos excesivos, por lo que los trabajadores decidieron no respetarlos. El Ayuntamiento aceptó que los usuarios viajaran gratis en el autobús urbano a cambio de pagar el salario a los trabajadores. Fue un engaño, pues no se les llegó pagó el sueldo, y la medida duró sólo una semana.

La huelga avanzaba mientras se oían campanas de municipalización del servicio por parte del Sr alcalde González Triviño, alcalde del PSOE, pero ni con esas: los conductores continuaron sin respetar los servicios mínimos y el Ayuntamiento envió a policías locales, bomberos e inspectores de la empresa sacar de cocheras los autobuses para dar el servicio.

Fue cuando se produjeron las peores concentraciones: se tuvo que traer a policía procedente de otros puntos de España para hacer frente a las movilizaciones, pero también a los piquetes de los conductores que impedían que los autobuses salieran de cocheras. Hubo cargas contra los conductores y familias en pleno centro de la ciudad. Los poderes de la ciudad en aquel entonces habían decidido convertir la negociación en un asunto de Estado.

 

Vídeo a la noticia y los disturbios en el centro de Zaragoza:

 

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La situación había llegado a ser una auténtica guerra, ya que además de venir agentes de otras zonas, se contrató a nuevos conductores. Además, se trajeron más de 150 autobuses de otras capitales para hacer los recorridos, algo que incrementó la protesta y la solidaridad de los ciudadanos de la ciudad de Zaragoza con los conductores.

La tensión iba en un aumento: lunas rotas de los autobuses, cócteles molotov en las cocheras de Miguel Servet, coches de esquiroles… en definitiva, actos vandálicos como protesta. Los conductores de TUZSA eran detenidos y enviados a la cárcel de Torrero, incluso, por el simple hecho de ser autobuseros. La policía empezó a cargar contra los manifestantes: brechas, pérdida de ojo de un conductor, heridas, hematomas…

La solidaridad de los ciudadanos de la comunidad aragonesa fue total: se recaudaron fondos, se realizaron conciertos (incluso participó José Antonio Labordeta) y llegaban apoyos de toda España.

Tras 70 días de huelga indefinida sin salir a circular, y contratar la empresa a nuevos conductores de otros puntos del país, los trabajadores de TUZSA desistieron y volvieron a sus puestos de trabajo tras 3 meses sin percibir salario, 25 despedidos y decenas de procesos judiciales, además de detenidos.

Tras varios meses, la profesión se dignificó y TUZSA cambió de imagen. Acababa un año horrible para la movilidad de Zaragoza.

Fuente: Puedes leer el relato completo en Zaragoza Rebelde (ver aquí el artículo).

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