El proyecto CLAVE, a pocos kilómetros de Zaragoza, sigue su curso para transformar la economía del entorno de la ciudad, aunque hay críticas y detractores del proyecto del Grupo Costa

Villamayor de Gállego, una localidad a poco más de diez minutos de la ciudad de Zaragoza y que apenas tiene en la actualidad 3000 habitantes, será el epicentro de una transformación industrial sin precedentes en toda Europa.
El Grupo Costa, a través del proyecto CLAVE (Centro Logístico y Agroalimentario del Valle del Ebro), impulsa un complejo agroalimentario y logístico de gran envergadura que redefinirá el mapa económico de Zaragoza y, especialmente, del nordeste del término municipal y, por supuesto, de los pueblos del área metropolitana situados en los corredores del Gállego y Barcelona.
La compañía, con una gran presencia en Aragón y Cataluña, tiene ya documentado y sobre plano cómo será el proyecto, sujeto eso sí a la evolución económica futura, que contempla una inversión total de 896 millones de euros y la creación de 5.300 empleos directos, una cifra que podemos considerar como «brutal» dado el impacto que generará en el tejido aragonés y zaragozano en particular.
El terreno elegido para albergar el centro se extiende sobre una superficie de 155 hectáreas, equivalente a 1,55 millones de metros cuadrados. La mitad se destinará a instalaciones agroindustriales y la otra parte a una infraestructura viaria que enlazará la autovía A-2 con la carretera A-129, agilizando así la conectividad logística del conjunto, algo que «salpicará» también al polígono de Malpica y al acceso a Villamayor desde el final de la Ronda Norte, en Zaragoza.
El proyecto ha sido catalogado como Proyecto de Interés General de Aragón (PIGA), una figura jurídica que permite acortar plazos administrativos y facilitar la expropiación de los terrenos necesarios, y que también disfrutan otras organizaciones como Amazon, Microsoft, Stellantis o BonÀrea, que también están impulsando grandes proyectos vertebradores.
Las fases del proyecto inversor con el número de empleados previsto y la «lluvia de millones» que realizará el Grupo Costa
La estrategia de ejecución del proyecto está diseñada en distintas fases. Hay que tener en cuenta que el primer calendario contemplaba una inversión inicial de 469 millones de euros. Sin embargo, las cifras fueron actualizadas posteriormente cuando se hizo un recálculo de las estimaciones inversoras y de creación de empleo.
En inicio, se estimaba la incorporación de más de 3.000 trabajadores. El cálculo actualizado asciende a 896 millones y 5.300 empleos directos, a los que hay que sumar miles de puestos indirectos (hasta 7000) vinculados al efecto arrastre en sectores auxiliares, algo que ya ocurre en otras grandes industrias como las situadas en Figueruelas (Stellantis) o Plaza (Inditex).
El PIGA detalla que el proyecto se tendrá que contemplar en tres lustros, por lo que, de comenzar las obras del recinto en 2027, quedará finalizado en el ejercicio 2042. Además, se divide en dos grandes bloques que avanzarán de manera paralela y, posteriormente, habrá tres subfases.
Los tres pilares en los que se sustentará el proyecto: producción agroalimentaria, logística avanzada e investigación científica
En la parte industrial, el plan prevé la instalación de mataderos, salas de despiece, plantas de procesado en frío y fábricas de productos cárnicos. También se introducirán líneas específicas para ganado bovino, lo que representa una diversificación en la oferta habitual del grupo, centrada hasta ahora en porcino y avícola.
El segundo componente será un parque logístico automatizado, con sistemas robotizados de almacenaje, envasado y distribución. Se incluirán cámaras para productos refrigerados y congelados, así como una electro gasolinera y un centro multimodal que permitirá interconectar el transporte por carretera con futuras plataformas ferroviarias.
Por su parte, el tercer eje del proyecto se enfoca en la innovación. Se destinarán 146 millones de euros a un campus de biotecnología agroalimentaria, dotado con laboratorios, áreas de ensayo y espacios para el desarrollo de nuevos productos. Un equipo inicial de más de sesenta técnicos trabajará en líneas de investigación vinculadas a la sostenibilidad, la salud animal, la eficiencia alimentaria y la economía circular.
El multimillonario efecto del proyecto CLAVE, para Aragón y Zaragoza, en cifras y la sostenibilidad medioambiental del proyecto
El impacto económico que proyecta el complejo CLAVE es de gran alcance. Según las previsiones recogidas en la memoria técnica del plan, se calcula que la facturación anual del centro superará los 1.700 millones de euros. De esa cifra, unos 1.080 millones repercutirán directamente en el PIB aragonés, lo que supone aproximadamente el 2,3 % del total regional.
Además del empleo directo, el proyecto propiciará la aparición de un número indeterminado de empresas proveedoras y un incremento de población dada la reducida tasa de paro de la región, la cual ronda el 7 %, por lo que para satisfacer la demanda laboral de la empresa se necesitará la atracción de población de otras zonas de España o del extranjero.
Uno de los rasgos diferenciales del plan es su fuerte compromiso medioambiental, según la empresa y la memoria del proyecto, aunque es algo que no se creen los colectivos ecologistas, quienes han criticado el proyecto por el gran número de cabezas animales que serán sacrificadas diariamente a los pies de la A-2.
CLAVE será el primer proyecto de Interés General de Aragón en obtener la certificación BREEAM ES Urbanismo, un distintivo internacional que «avala la sostenibilidad integral del desarrollo urbano». Entre los criterios incorporados destacan «la eficiencia energética, la gestión inteligente del agua, la reutilización de aguas pluviales, el fomento del transporte no contaminante y la reducción de emisiones contaminantes», dice el Grupo Costa.
El apoyo del Gobierno de Aragón y las críticas recibidas a CLAVE por parte de los ecologistas
El proyecto ha contado desde el principio con el respaldo explícito del Gobierno de Aragón. El presidente autonómico, Jorge Azcón, ha calificado la iniciativa como «un hito transformador para el modelo productivo de la comunidad«. A su juicio, CLAVE permitirá atraer talento, crear riqueza en zonas de baja densidad demográfica y posicionar a Aragón como un nodo logístico clave en el sur de Europa.
Sin embargo, no todo han sido alabanzas, ya que las críticas no han tardado en llegar. Colectivos vecinales, animales y organizaciones ecologistas han manifestado su preocupación por las posibles repercusiones ambientales de CLAVE. Críticas, por ejemplo, de ANSAR, que ha calificado que el proyecto es «una noticia muy preocupante para Villamayor y Zaragoza«.
Las dudas se centran en el elevado consumo hídrico, la demanda energética que requerirán las instalaciones y el impacto sobre las infraestructuras locales, algo que sumado a las posibles emisiones que generará el complejo (olores y purines) y a los animales sacrificados en las naves. Esto último causa un profundo recelo al proyecto por parte de colectivos animalistas.
La empresa, por su parte, ha asegurado que trabajará con la población de la zona para minimizar las molestias y, además, asegura, en la memoria, estar en contacto con el Consorcio de Transportes del Área de Zaragoza para mejorar la oferta de transporte público para los futuros trabajadores y visitantes del macro complejo. Proponen el desvío por el interior del complejo de varias líneas que pasan por el entorno con el fin de garantizar el desplazamiento de los trabajadores.