La cota de nieve se desplomó en la Ribera del Ebro, pero estaba diez veces más alta en pleno Pirineo: ¿por qué pasó esto?
Entre cinco y diez centímetros de nieve en muchos puntos de la capital aragonesa, especialmente de las afueras, en los barrios del sur; ni un copo de nieve en parte del Pirineo (hasta los 2100 metros) ni en otros muchos puntos cercanos a Zaragoza, como en la Sierra de Alcubierre, que está a 700 metros sobre el nivel del mar.
Incluso en algunos barrios de la ciudad, los situados más al norte y al este, dudaban de que estuviera nevando en la ciudad. En la localidad de Zuera comenzó a nevar al mediodía, pero no cuajó y, posteriormente, se puso a llover; en Santa Isabel se vieron copos, pero «migajas» en comparación a lo que se vivió en, por ejemplo, Valdespartera o Arcosur y, en el caso de Peñaflor o San Juan de Mozarrifar, pese a estar a las afueras y a una mayor altitud, lo de jugar con nieve durante este fin de semana no es posible.
La nevada que sorprendió a los zaragozanos este viernes, 19 de enero de 2024, ha pasado ya a la historia como una de las más sorprendentes dado que, aunque había previsiones y modelos meteorológicos que marcaban la posibilidad de que viéramos caer nieve, todas las previsiones apuntaban a que, a lo sumo, se verían copos de nieve entre la lluvia. Lo que viene siendo aguanieve.
Desde Filomena no se recordaba que la nieve cuajara en el núcleo urbano de Zaragoza. En la mente de todos, las estampas de la ciudad enterrada de nieve, los parques llenos de gente jugando con la nieve o con personas tirándose por las laderas de la avenida Ciudad de Soria o del palacio de Aljafería. Sin embargo, hay barrios de la ciudad y otras zonas de Aragón que, como decimos, han visto pasar de largo el meteoro blanco. ¿Por qué?
Por qué nevó en la ciudad de Zaragoza, a 200 metros de altitud, y no en el Pirineo a 2000 metros de altitud
Lo que sorprende a muchos, y no es algo extraño, es que haya nevado fuertemente en las riberas del Ebro y del Jalón y, en el Pirineo y otras comarcas oscenses, haya llovido o nevado testimonialmente por debajo de los 2100 metros de altura (en los picos y estaciones de esquí sí que se vio nevar débilmente).
Una de las razones es que el grueso de la precipitación se concentró entre Soria, Guadalajara y Zaragoza. El núcleo de la baja se encontraba centrado en Soria y, con una mayor intensidad de precipitación, se produce también un mayor desplome de las temperaturas. Es lo que se conoce, por un lado, como «desplome de cota».
Además, los vientos que afectaban a la ribera del Ebro, especialmente en la margen derecha, eran más fríos, canalizándose bien en el valle desde aguas arriba del río; en cambio, los que afectaban a la provincia de Huesca, procedían del bajo Ebro, más húmedos y cálidos, de ahí las diferencias de cotas en tan pocos kilómetros.
Es decir, el Ebro y también el Gállego marcaron una línea de vientos: más cálidos en la margen izquierda y más fríos en la derecha del Ebro. El río funcionó como casi una barrera: aunque nevó copiosamente en el Actur, a medida que te alejabas de la ciudad dirección norte o nordeste, pese a estar a mayor altitud, las temperaturas en capas altas de la atmósfera eran más elevadas.
Existía un triángulo donde estaban centradas todas las miradas por la intensidad de la precipitación: el formado por el extremo noreste de Guadalajara, la provincia de Soria, el extremo noroeste de Teruel y parte de la provincia de Zaragoza (del Ebro, al Jalón y hasta la Ibérica).
De hecho, en estos puntos es donde se centraban los avisos por parte de la AEMET con acumulaciones de nieve que oscilaban entre los 20 centímetros de la Ibérica de Zaragoza o los 4 «posibles» en la Ribera del Ebro.