Entre alarmas, bicicletas y largas caminatas: el éxito del BiZi no habla bien del transporte de Zaragoza

El éxito de BiZi Zaragoza no es que hable muy bien de la movilidad de la ciudad: lo que esconden las «brutales» cifras de usuarios

Una BiZi de alquiler en el interior de la estación Delicias de Zaragoza.

 

José Manuel (no es el nombre real), un ciudadano colombiano que lleva poco tiempo viviendo en la ciudad, sale de su casa en el barrio de La Bombarda a las 4:40 horas de la madrugada. Su destino: el bus 501 que le lleva a la Plataforma Logística de Zaragoza desde la parada de Gómez Laguna (a la altura de Aragonia), a las 5:00 de la mañana, y si le sobra tiempo, llega a la plaza Emperador Carlos V «para garantizarse sitio en el primer bus», puesto que el servicio del CTAZ tiene su primera parada aquí.

Todos los días hace este recorrido, de alrededor de tres kilómetros en el mejor de los casos, salvo que llueva o haya previsión de hacerlo, y su trayecto es una auténtica gymkana: desde que suena la primera alarma del despertador, a las 4:00, intenta arañar minutos de sueño en función de cómo funciona el servicio BiZi.

«Me pongo una primera alarma a las 3:50 de la mañana. Si veo que va a llover o que no hay bicicletas disponibles, me levanto rápidamente para ir caminando hasta la primera estación con vehículos o prepararme para caminar todo el trayecto«, dice pocos minutos después de las 5:00 en la avenida Gómez Laguna. «En el caso de que en mi estación haya bastantes bicicletas disponibles y hueco en la de destino, pospongo la alarma hasta las 4:30 para salir con el tiempo justo y arañar tiempo de sueño«, declara, realizando un viacrucis ciclista nocturno.

Se podría considerar que la Zaragoza que madruga es la más ‘agradecida’ (y también ‘agraciada’) por contar con el sistema BiZi en toda la ciudad y 24 horas, algo que es así porque supone en muchos casos utilizar el servicio para ir a puestos de trabajo cuando no hay servicio de autobús o tranvía.

No obstante, con la gran cantidad de usuarios que registra el sistema, el número de viajeros que utiliza de madrugada o a primera hora de la mañana el servicio es bajo, pero no inexistente ni residual: es una realidad visible en las calles.

Como José Manuel, hay ciudadanos que ganan en calidad de vida en función de cómo funciona el sistema público de alquiler de bicicletas de Zaragoza. Sin embargo, eso revela lo que nadie se ha parado a pensar hasta este momento: que son bastantes ciudadanos los que lo utilizan como alternativa al autobús, especialmente, sobre todo por precio y, también, por servicio.

 

Las espectaculares cifras del servicio BiZi, al detalle: un millón de usuarios en apenas un mes vislumbran un cierre de año que superará todas las expectativas

BiZi Zaragoza registró el pasado mes de octubre, coincidiendo con las Fiestas del Pilar, hasta 1,1 millones de viajes. Era habitual ver que las cifras de utilización se disparaban incluso de madrugada, en la salida por ejemplo de Espacio Zity, por todo Valdespartera, Montecanal e incluso Rosales del Canal o Casablanca.

En total, el sistema acumula cinco millones de usuarios desde su puesta en marcha y hay casi 50.000 usuarios con abono anual fidelizados en el servicio. La incógnita es saber cuántos será capaz de retener el sistema cuando pase el ‘vamos a probarlo’ y, sobre todo, cuando se produzca (desde enero) el encarecimiento de los abonos, ya que pasará a costar el doble, 60 euros, salvo sorpresa por parte de una bonificación ‘extra’ del Gobierno de España.

Ni las bicicletas de Coruña, ni las de Bilbao, ni tampoco las de Valladolid registran, por asomo, tantos usuarios. Si bien es cierto que son sistemas mucho más consolidados que el zaragozano y que las condiciones meteorológicas no invitan a utilizarlo en las ciudades mencionadas, el uso de las bicicletas zaragozanas multiplica por ocho al de la ciudad gallega y hasta por diecisiete a la vallisoletana.

Sin embargo, Zaragoza juega en la liga de Madrid y Barcelona con el sistema BiZi: los usos diarios son la mitad que en Barcelona y los mismos que en la capital del Estado. Cada jornada, las bicicletas son utilizadas por 14 personas diferentes. Esto es un 80 % más que en las dos ciudades mencionadas más grandes de España. Es decir, cada bicicleta se usa mucho más que en Madrid y Barcelona, en parte, porque no hay el mismo número de bicicletas en las calles.

Este uso, precisamente, está detrás de muchas averías que registran los vehículos: más del 80 % han tenido que pasar por algún momento por las naves de la concesionaria Serveo en el polígono de Cogullada. De media son 400 averías a la semana que, en la inmensa mayoría de casos, quedan arregladas en menos de 24 horas.

Por otra parte, los accidentes producidos ascienden a 139, de los que un 20 % fueron por fallos humanos, mientras que el 19 % se produjeron por patinazos, según fuentes oficiales de la compañía operadora del servicio. Cabe destacar que muchos incidentes o averías no se comunican a la empresa, por lo que no quedan registrados o algunas bicicletas siguen en las calles. De hecho, muchos ciudadanos denuncian que no funciona el ‘botón de reparación‘ en el anclaje, por lo que se opta por darle la vuelta al sillín para advertir de que el vehículo no funciona correctamente.

 

Unas cifras muy positivas que es muy probable que tiendan a menos cuando se asiente el servicio: el número de bicicletas y estaciones no está adaptado a tanta demanda

Con las cifras aportadas, lo más normal es pensar que el servicio está próximo a tocar techo de usuarios y cifras de abonados anuales. Estos últimos seguirán subiendo en los próximos meses, hasta que se suba el precio del mismo y se llegue al año del servicio en toda la ciudad (este verano). El temor, que muera de éxito viendo el funcionamiento real actual. Precedente ya hemos tenido con el primer auge del servicio del 2008 al 2012.

Sin embargo, la capacidad del servicio hace imposible que se siga disparando la cifra de viajes totales diarios o mensuales, salvo que se decida reforzar el servicio de reubicación de bicicletas o se incremente el parque de las mismas, un escenario que no está en la mente del servicio de Movilidad del Ayuntamiento.

La consejera de Medio Ambiente y Movilidad, Tatiana Gaudes, ha sacado ‘pecho‘ de esta buena evolución del servicio BiZi. Se muestra contenta y satisfecha del número de usuarios registrados y de los usos totales.

Además, hasta la fecha, parece que no ha afectado esta invasión de bicicletas turquesas en las calles al servicio de autobús y tranvía que, en septiembre, creció en un 2,5 % el número de validaciones frente al mismo mes del año pasado.

No obstante, muchos usuarios están sustituyendo (en algunos casos sin éxito) el servicio de autobús por las bicicletas: esto en sí es una mala noticia. No porque el ciudadano medio zaragozano elija libremente el medio de transporte que más le convenga, sino porque lo hace porque la opción tradicional no funciona bien o tampoco satisface sus necesidades.

Las cifras, con los usos disparados y por encima de capitales que tienen hasta diez veces más de población urbana y metropolitana, dejan un análisis positivo pero que, mirando en el fondo de los usos, también dejan entrever el mal funcionamiento de la red en transporte general, que registra hasta 450.000 usuarios diarios en jornadas lectivas y laborales. El Ayuntamiento no se cansa de repetir que si la red fuera «mala» no tendría tantos usuarios. Se le olvida comparar las cifras con otras ciudades: todas han superado el nivel de usos y marcan máximos un 20 % por encima de los anteriores; Zaragoza apenas los supera un 3 %.

La irrupción del servicio BiZi no debe ser excusa para mejorar la red de transporte, cuyo nuevo contrato no destaca por potenciar nuevas líneas o recorridos, sino por añadir buses a las líneas existentes (algo que también es necesario). Ni tampoco debe paliar los problemas de movilidad entre barrios ni a primera hora de la mañana, ya que el servicio es un complemento de movilidad a lo existente.

Hace falta voluntad política, también conocimiento de la red, para mejorar el transporte a primera hora (sobre todo para conectar con polígonos), realizar sin miedo ajustes y cambios de recorridos en las líneas, eliminar duplicidades, reforzar el tranvía en hora punta e integrar tarifariamente las Cercanías de Renfe. Y esa voluntad ni está ni se le espera.