El mítico restaurante de la carretera de Logroño ha cerrado de manera definitiva dejando huérfanos a los vecinos de la Venta del Olivar y del área metropolitana oeste de Zaragoza
A unos 5 kilómetros del núcleo central de Zaragoza, La Venta del Olivar es uno de los barrios (rurales) más desconocidos por los ciudadanos. Con apenas 1.000 habitantes, prácticamente todos viviendo en casas de campo o unifamiliares, apenas sale en los medios de comunicación.
Sin embargo, estos días está siendo noticia por el cierre de uno de sus míticos establecimientos de hostelería, Casa Royo, que cuelga el cartel de «cerrado por jubilación» en las vallas del restaurante, muy visible desde la N232, la autovía de Logroño.
Son muchos los vecinos de esta zona de la capital aragonesa los que han convivido décadas con el restaurante, el cual ha sido testigo de varias crisis económicas y remodelaciones. Además de los habitantes de La Venta del Olivar, los de Casetas, Utebo, Monzalbarba o Alagón llevan toda la vida pasando diariamente por la puerta del establecimiento, que ahora ha cerrado de manera definitiva para sorpresa de todos, quienes no se esperaban este desenlace.
La despedida, en redes sociales: «ha llegado el momento de iniciar una nueva etapa vital tras 40 años de mi vida al servicio de familias y personas»
A través de una publicación en la red social Facebook, en el perfil del negocio, el dueño del establecimiento, Félix, se despedía de todos sus seguidores. En la misiva recuerda que, en el año 1947, sus padres, Ángel y Sara, pusieron en el mapa zaragozano a La Venta del Olivar gracias a este restaurante.
Félix, que llevaba 40 años trabajando en el negocio, se jubila y, desgraciadamente, no ha traspasado el negocio. En el post de Facebook no solo ha agradecido a su fiel clientela, sino también a su equipo, con «Lili y Florín a la cabeza», a quienes les desea lo mejor.
«Durante todo este tiempo, el negocio ha ido creciendo, afrontando muchas vicisitudes como una expropiación a finales de los 90, renacimiento en el 2001 con nuevas instalaciones y hasta una pandemia«, dice el post en redes sociales. «No ha sido un camino fácil, pero hemos tenido el reconocimiento de tantos clientes amigos que han venido a disfrutar del ternasco y de las famosas patatas. Esta es nuestra gran recompensa».
«Gracias por vuestra confianza, cariño y cercanía. Todos y cada uno de vosotros formáis parte de la historia de Casa Royo y con ello también parte de mi corazón. Hasta siempre. Félix.», cerrando así una despedida que acumula más de 600 reacciones en la red social y decenas de comentarios.
Durante todos estos años, Casa Royo no solo ha atendido a los vecinos de Zaragoza y los municipios o barrios rurales cercanos, sino también a las decenas de trabajadores que desempeñan su actividad laboral en las industrias del entorno.