Una riada puso en evidencia un proyecto que ya hacía aguas antes de nacer hace más de un lustro en la ciudad de Zaragoza

Parque Venecia es uno de los barrios más jóvenes y con mayor crecimiento de Zaragoza, pero también uno de los más huérfanos en servicios básicos. Entre las principales demandas vecinales figuraba (y sigue figurando) la necesidad de contar con un mercado de proximidad que ofreciera productos frescos, comercio local y una estructura estable para el día a día de sus residentes. Esa necesidad encontró eco en el Ayuntamiento de Zaragoza, que a partir de 2018 comenzó a mover ficha para instalar un nuevo mercado municipal en el barrio.
Lo que entonces parecía una oportunidad de desarrollo urbano se convirtió con el tiempo en una historia congelada en los cajones municipales. Y, con el paso de los años (y una riada), la no ejecución de aquel proyecto terminó salvando millones de euros en daños materiales, y vidas humanas.
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La estructura del Mercado Central que buscaba una segunda vida
El origen del proyecto se remonta a la rehabilitación del Mercado Central de Zaragoza. Durante los meses que duraron las obras, los comerciantes fueron reubicados en una estructura provisional junto a las Murallas Romanas, una instalación que costó 1,5 millones de euros y que, una vez recuperada la actividad en el mercado original, quedó sin uso.
En lugar de desmantelarla por completo, el entonces equipo de gobierno liderado por Pedro Santisteve (Zaragoza en Común) planteó reutilizarla en Parque Venecia, uno de los barrios con mayor déficit de infraestructuras comerciales y públicas.
El solar elegido estaba ubicado junto a la Z-30, frente a la comisaría de la Policía Local y muy cerca del supermercado LIDL. Allí se proyectaba construir un edificio de tres plantas con puestos de alimentación fresca, un supermercado y oficinas, en una operación coordinada por Mercazaragoza y que requería una inversión pública superior a los 2,7 millones de euros. El modelo de gestión iba a basarse en una concesión mixta, con reversión final al Ayuntamiento.
El cambio político del año 2019 y el parón del proyecto en la crisis sanitaria
En mayo de 2019 se produjo el cambio de gobierno municipal con la llegada de Jorge Azcón (PP) a la alcaldía. Sin embargo, lejos de frenar el proyecto, la nueva corporación, a través de la entonces consejera de Economía Carmen Herrarte, mantuvo la propuesta e incluso la defendió públicamente como un modelo de mercado adaptado a los nuevos hábitos de consumo: menos puestos tradicionales, más comida para llevar, y una superficie destacada para supermercado.
Se barajó instalar incluso una estructura provisional en la plaza Marco Polo, cuyo objetivo era el de acoger a los primeros puestos. La intención era clara: dar servicio inmediato mientras se construía el mercado definitivo en la parcela habilitada para ello.
Pero llegó la crisis sanitaria del coronavirus. Y con ella, el freno a muchos de los proyectos municipales que requerían inversión, obra pública y previsión de ingresos. La situación económica obligó a redibujar prioridades, y la idea del mercado de Parque Venecia pasó a un segundo plano. La estructura del Mercado Central provisional en Murallas fue desmontada y parte de sus componentes trasladados al polígono de Cogullada para un uso indefinido. En paralelo, el proyecto original dejó de recibir impulso político para el pesar de los vecinos del joven barrio.
Una riada y una confirmación
Aunque en su momento fue criticada la paralización del mercado, sobre todo por la oposición que llegó a acusar al equipo de gobierno de desviar los fondos a otros proyectos ideológicos, la decisión terminó evitando consecuencias mayores.
En julio de 2023, una riada provocada por lluvias torrenciales anegó buena parte del barrio. El solar previsto para el mercado fue uno de los puntos más castigados y donde los vídeos dieron la vuelta al mundo. El agua barrió la parcela y erosionó el terreno, dejando claro que levantar un edificio allí habría sido un error de grandes dimensiones. De haberse construido, los daños estructurales podrían haber sido graves y el coste económico muy grande. Además, como es lógico, del riesgo para comerciantes y usuarios.
La historia dio así un giro inesperado: el proyecto que no fue terminó por evitar un problema mayor y, probablemente, un escándalo en el área de Urbanismo.
Evaluación pendiente y futuro incierto
En la actualidad, el solar sigue sin uso, aunque en las cercanías (trasera del cuartel de Policía) se ha trabajado en una nueva conducción artificial que redirige futuras avenidas de agua hacia la Z-30. Esta obra protege puntos sensibles del entorno, como el colegio María Zambrano o el supermercado LIDL.
Así, cualquier proyecto futuro en esa parcela deberá evaluar con precisión su viabilidad hidráulica. En principio, con el canal perimetral artificial, tanto el colegio como el supermercado actual no corren peligro, por lo que el terreno estaría menos expuesto a futuras lluvias torrenciales (de un retorno de 20 a 50 años).